1. Al natural: el calcetín mojado (o el periódico)

Empezamos con el último consejo. Se puede hacer en el jardín o en cualquier otro lugar. Es el único e inigualable: el método del calcetín mojado. Moja un calcetín, cuanto más fría esté el agua, mejor. Pon la cerveza en el calcetín y colócalo en un lugar con viento. El resultado final dependerá de varios factores: el aire del círculo polar ártico es, por supuesto, más frío que una brisa del sur de Francia. Sin embargo, estés donde estés, ¡tu cerveza estará fría con este método! También puedes utilizar tiras de periódico mojadas en lugar de un calcetín.

2. Enfriar la cerveza en agua salada helada

Coge una bandeja o un cuenco grande. Un fregadero también sirve, pero un bonito plato de cristal queda ideal. Asegúrate de que la cerveza tenga espacio suficiente. Llena el plato con agua y añade muchos cubitos de hielo. Añade unas cucharadas de sal; mucha sal no es nada de lo que preocuparse. Remueve y echa la cerveza en el recipiente. Al cabo de un minuto, vuelve a remover y, un minuto después, tu cerveza estará fría, ¡en sólo 2 minutos!

¿Cómo funciona? El agua salada se congela a una temperatura mucho más baja que el agua dulce. Al añadir sal al agua helada, se crea un desequilibrio químico, por lo que se produce una mezcla autoenfriante (criógena). Para corregir este desequilibrio, la temperatura desciende por debajo del punto de congelación (el punto eutéctico) para extraer energía de una fuente de calor, en este caso, tu cerveza tibia. Impresionante, ¿verdad?

3. Cerveza fría con un limpiador de aire comprimido

Es posible que los haya visto antes: los botes de spray llenos de aire para limpiar teclados y otros equipos electrónicos. Al menos eso es lo que se supone que hacen: en realidad sólo estás moviendo polvo de un sitio a otro. Mejor utilizarlos para enfriar la cerveza. Especialmente práctico cuando te llevan la cerveza a un camping. Y además es fácil: sólo tienes que darle la vuelta al bote de spray y rociar el aire (boca abajo) sobre tu botella de cerveza. No demasiado tiempo o acabarás congelando la cerveza... ¡y ten cuidado de no congelarte las manos tampoco!

4. Cerveza fría en un taladro

¿Eres un experto en herramientas? ¿Un experto en bricolaje, por así decirlo? ¿Y has pensado alguna vez en invertir un poco de tiempo en una nevera superrápida? Pues haz tu propio accesorio para cerveza sujetando una lata o una botella a un taladro. Una batidora también funciona bien, siempre que gire. Sé creativo: con la tapa de un termo (uno en el que la tapa también funcione como vaso), un poco de elasticidad y algo de perspicacia técnica, puedes hacer maravillas. ¿Ya está? Entonces sólo tienes que fijar la lata o la botella al taladro y colocarla en una bandeja con hielo. Gira la cerveza en el hielo con el taladro y en un minuto estarás disfrutando de una cerveza helada.

¿No eres un profesional del bricolaje o necesitas inspiración de cómo hacerlo? Dos amigos estadounidenses han creado un ChillBit prefabricado. Menos satisfactorio, quizá, pero increíblemente sencillo.

5. Cerveza en el congelador con papel higiénico

Este consejo requiere un congelador.

Meter la cerveza en el congelador es una obviedad, pero aún así puede pasar una hora hasta que la cerveza esté lo bastante fría para beberla. Esto no es lo ideal si no has preparado la cerveza y te apetece tomarla de repente. O si la entrega de Beerwulf acaba de llegar y estás impaciente por probar tus cervezas. Afortunadamente, ¡hay una forma de acelerar las cosas! Humedece un poco de papel de cocina o papel higiénico, envuelva tu cerveza en él y colócala en el congelador. Al cabo de 10 minutos, la cerveza estará fría.

Aunque estos consejos sirven para la cerveza embotellada, funcionan mejor con latas.